REPORTAJE DE LA SEMANA
La depresión: un mal de nuestro tiempo
Ma. del Rosario G. Prieto Eibl10 diciembre 2011
¿Cuántas veces nos hemos sentido con un muy bajo estado de ánimo y la dificultad o incapacidad para disfrutar de situaciones o eventos que habitualmente nos despiertan alegría o gozo, con disminución o pérdida de interés hacia los mismos y hacia la vida? Ojalá que ninguna, pero lo más seguro es que por lo menos una vez lo hemos sufrido y es que estos sentimientos se presentan en todos y cada uno de los seres humanos, a veces ante un evento desagradable, otras ante una frustración, estrés continuado, una pérdida de trabajo o la de un ser querido y a veces ni sabemos por qué: Simplemente tenemos una sensación desagradable, abrumadora y de abatimiento.
Esta sensación es llamada por los expertos “Depresión” y es así como
la define Diane Papalia: “Es un sentimiento persistente de inutilidad,
pérdida de interés por el mundo y falta de esperanza en el futuro”.
Nadie está exento de sufrir algún tipo de depresión, ya que puede
presentarse en cualquier época de la vida, incluyendo la niñez. Este es
un trastorno muy frecuente reportado tanto en población general, como en
los hospitales.
Mujeres y hombres (2 a 1)
La depresión, se presenta más en mujeres que en hombres, en una
proporción de 2 a 1. Esta diferencia se ha tratado de explicar tomando
en cuenta desde susceptibilidad biológica (genética y endocrina) hasta
los factores psicológicos y sociales. Además de que la mujer, por su
naturaleza, posee una mayor sensibilidad. Si no se sabe orientarla puede
causar daño en su persona y a quienes le rodean.
Este padecimiento ha incrementado su incidencia en niños y jóvenes.
Tradicionalmente se pensaba que el riesgo de depresión aumenta con el
tiempo de vida de un sujeto, es decir, mientras más grande de edad, más
susceptible a la depresión. Sin embargo, los resultados de varios
estudios han demostrado una prevalencia considerablemente más alta en
personas jóvenes que en ancianos, sugiriendo que en la última centuria
del siglo pasado, la depresión se ha incrementado, y la edad de inicio
de la misma ha decrecido.
Esto, es una pena muy grande y muy grave, pues los factores
psico-sociales influyen de forma importante para que este síndrome se
presente. Dentro de estos factores encontramos: vivencia continua de
pleitos, devaluaciones de la propia persona, baja autoestima, soledad,
estrés, frustración, engaño, faltas de respeto, violencia, dolor,
agresión, etc.; sucesos que lamentablemente los niños viven cada vez a
más temprana edad a causa de sus padres, hermanos, vecinos y muchas
veces de los medios de comunicación.
La depresión produce un deterioro importante sobre las áreas laboral,
familiar y social; lo cual quiere decir que una gran proporción de las
personas que sufren de depresión no están en posibilidad de llevar una
vida adecuada en las esferas social, familiar y laboral.
Las personas deprimidas muestran tasas de mortalidad 2 a 3 veces más
altas que las de población en general debido a que presentan una mayor
tendencia a enfermarse, a sufrir accidentes, a descuidar tratamientos
para enfermedades.
Los síntomas
Teniendo en cuenta que la persona es una totalidad, los síntomas que
una persona con depresión suele tener, se presentan en cada una de sus
dimensiones. Los más comunes son:
· Síntomas afectivos: Tristeza, irritabilidad, desinterés.
· Síntomas cognoscitivos: dificultad para concentrarse, ideas de
minusvalía, culpa, indecisión, pensamiento obsesivo, fallas en el juicio
realista.
· Síntomas conductuales: faltas al trabajo, disminución del rendimiento escolar, intentos de suicidio, retardo psicomotor.
· Síntomas psicofisiológicos: Trastornos del sueño, del apetito,
molestias somáticas, cambios en el peso corporal, disminución de la
energía en general.
La depresión puede estar enmascarada por situaciones que presentan:
Manifestaciones de conducta como: crisis matrimoniales y de valores,
alcoholismo o abuso de drogas; síntomas de angustia como vértigo,
ansiedad; síntomas mentales como: ideas obsesivas, ideas paranoides (de
persecución), fobias (miedos irracionales) , celotipias (celos y
comportamientos posesivos) y molestias somáticas como dolores de cabeza,
etc.
Es importante tomar en cuenta que la depresión se manifiesta de
diferentes maneras en cada persona y de acuerdo a su edad, sin embargo,
debemos estar al pendiente de que una actitud negativa constante en un
ser humano podría significar un tipo de depresión, así si notamos
conductas inadecuadas, bajo aprovechamiento laboral o escolar, fatiga,
retardo motor, poca ganancia de peso y talla, poca comunicación verbal,
abandono de actividades laborales, escolares o sociales, llanto fácil o
agresión; debemos dar atención a estas manifestaciones, no solo como lo
que son, sino como un reflejo de lo que le acontece a la persona que las
sufre.
¿Qué podemos hacer?
En algunas personas la depresión puede ser tan grave que domina sus
vidas hasta el punto que les impide enfrentarse a las mismas en su forma
habitual y les lleva, en ocasiones, a considerar que no merece la pena
vivir o que los demás estarían mejor sin ellos. Esto no es ” darse por
vencido “, y acusar a estas personas de “compadecerse de sí mismos ” o
de “no querer sobreponerse” no ayuda en absoluto. Cuando la depresión
alcanza este grado constituye ya una enfermedad que precisa de
tratamiento, es entonces el momento en el cual se necesita pedir ayuda.
Como se ha mencionado, los trastornos depresivos hacen que uno se
sienta exhausto, inútil, desesperanzado y desamparado. Esas maneras
negativas de pensar y sentirse hacen que las personas quieran darse por
vencidas. Es importante ser consciente de que las maneras negativas de
ver las cosas son parte de la depresión. Estas son distorsiones que, por
lo general, no se basan en circunstancias reales. Los pensamientos
negativos desaparecen cuando el tratamiento empieza a hacer efecto.
Mientras tanto hay cosas que se pueden hacer para ayudarse a sí mismo:
· No reprimirse ni quedarse solo. Es necesario buscar la compañía,
confiar en alguna persona; siempre es mejor que estar solo y no hablar
con nadie. La persona deprimidia que ha recibido recientemente malas
noticias, o ha experimentado un trastorno importante en su vida, debe
contárselo a personas cercana, contarle que pasó y como se siente al
respecto. Esto ayudará a revivir la experiencia dolorosa varias
ocasiones, facilitará el llorar, y posibilitará el poder encontrar
soluciones. Todo esto forma parte del mecanismo natural de la mente para
curarse.
· Hacer algo. Una solución fundamental es formar parte de actividades
que ayuden a sentirse mejor. Salir de casa y hacer ejercicio ayudan
mucho, aunque sólo sea el dar un largo paseo, ir a un juego deportivo o
participe en actividades recreativas, religiosas, sociales o de otro
tipo. Todo esto puede ayudar, así se mantiene el individuo físicamente
en forma, ocupado y probablemente dormirá mejor. Mientras la persona con
una depresión severa no se sienta capaz de trabajar siempre es bueno
que intente llevar a cabo alguna actividad (tareas domésticas, algún
pasatiempo, ir al cine, al parque, leer un buen libro). Esto ayudará a
mantener la mente alejada de contenidos o sentimientos dolorosos que
únicamente consiguen deprimir más. Al aumentar el nivel de actividad la
persona comprende poco a poco que no está incapacitada.
· Una dieta completa y equilibrada. En la depresión no apetece comer.
No importa. La fruta fresca y las verduras están especialmente
recomendadas. Las personas con depresiones graves pueden perder peso y
perder sus reservas de vitaminas, lo cual les hará sentirse peor.
· Alejarse de “ahogar” las penas en alcohol o drogas. El alcohol
acaba por deprimir más, a pesar de que inicialmente y durante un breve
período de tiempo pueda dar la sensación de un aparente alivio. Una
persona deprimida que consume alcohol no buscará la ayuda adecuada para
su trastorno y dejará de buscar alternativas a sus problemas, además de
que será malo para su salud física.
· No obsesionarse con el hecho de no dormir. Escuchar la radio o ver
la televisión mientras el cuerpo está en reposo ayudará, incluso si la
persona no se encuentra adormecida, y se sorprenderá quedándose dormida
por el simple hecho de no estar preocupado por su insomnio.
· Posponer decisiones importantes. Hasta que exista una mejoría
importante en la depresión deben posponerse decisiones y cambios
importantes tales como cambiar de trabajo, casarse, etc., La persona con
depresión debe consultar a otras personas que lo conozcan bien y tengan
una visión más objetiva de su situación.
· Metas realistas. Hay que tomar en cuenta la depresión, y no tratar
de asumir una cantidad excesiva de responsabilidades. Las metas deben
dividirse en partes pequeñas, estableciendo prioridades y haciendo lo
que pueda cuando pueda.
La familia y los amigos pueden ayudar
La familia y los amigos con frecuencia desean saber cómo podrían ellos ayudar a la persona deprimida, algunos consejos son:
· Ser un buen oyente (y un oyente paciente si usted ya ha oído toda la historia previamente) es muy importante.
· Dedicar tiempo a las personas deprimidas, animándolas (pero no
intimidándolos) no sólo a hablar sino también a involucrarse en
actividades físicas, a salir a pesar del desánimo y de la desgana que
pueda tener.
· Restablecer la confianza y transmitir la seguridad de que podrá
salir adelante es de gran ayuda, aunque deberá insistir con cierta
frecuencia ya que el paciente deprimido suele perder la confianza en sí
mismo y está predispuesto a la preocupación continúa y a la duda.
· Asegúrese de que se alimenta adecuadamente y de que se mantiene alejado del alcohol.
La convivencia familiar, el apoyo, el cariño, son la mejor medicina
para una persona que sufre depresión. El apoyo terapéutico y
farmacológico también puede ayudar. Sin embargo, debemos tener mucho
cuidado y acudir a especialistas, a profesionales éticos que nos ayuden a
resolver este desajuste. Si la persona deprimida empeora o empieza a
decir que no desea vivir o incluso insinúa la posibilidad de hacerse
daño, tome en serio estas afirmaciones y asegúrese de que su doctor esté
informado.
FUENTE: encuentra.com
YO SOY...EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
YO SOY...EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
La vida interior, la piedad, la oración, la preocupación por los
demás, el no ensimismarse y pensar solamente en uno mismo abre una nueva
solución de fondo y de raíz a la depresión. Con frecuencia nos
olvidamos de la dimensión espiritual de nuestro ser y al hacerlo
cerramos las puertas de nuestro corazón hacia uno mismo y nos olvidamos
de la maravilla y de la felicidad que da el compartir y el abrirse a las
necesidades de los otros.
“Si yo no tengo amor yo nada soy Señor” afirma San Pablo, ¡qué razón
tiene! La falta de amor abre un abismo sin fondo, crea un vacío
imposible de llenar con algo más que no sea precisamente el amor. La
depresión surge cuando nos sentimos vacíos, sin un sentido en la vida,
sin valor; pues bien, la solución es llenarse de amor, buscar en lo más
íntimo de uno mismo con apertura a los demás el porqué de nuestra
existencia y el para qué.
El hombre es un ser finito con capacidad de encontrar lo infinito, de
trascender y llamado a ello, por lo que si su mirada se centra en los
hechos que a él le ocurren como la enfermedad, la falta de trabajo, los
problemas en casa, la muerte de un ser querido u otros, no podrá
descubrir el sentido salvífico del dolor, ya que se cerrará y no mirará
que hay personas aún más dolientes que necesitarían de su presencia y de
su amor, por lo que seguramente sentirá que sus penas le ahogan y
llegará la depresión. En cambio, si cada uno de estos hechos los
dimensiona adecuadamente y encuentra que tienen un sentido, mismo que lo
encuentra en Dios, el único ser infinito que ha creado al hombre para
llegar a El podrá aceptarlo y abrir su corazón compartiendo y aceptando
su vida mediante el amor a otros que sufren de igual o mayor manera.
Todo tiene solución, somos seres humanos, que llevamos en nuestra
propia naturaleza la fragilidad y la vulnerabilidad; pero también
llevamos en nuestro ser la fuerza que nos hace remediar toda iniquidad,
todo desajuste, todo mal; esta fuerza es la fuerza del corazón, aquella
que solemos llamar amor. Dejemos que los seres que están a nuestro lado
se llenen del cariño y atención que surja de nosotros y abramos nuestro
corazón a la esperanza.
Es preciso recordar que amando nunca habrá suficiente razón para
estar deprimido, pues existe Dios, el Padre misericordioso que nos
acepta y ama como somos, que es sabio y que nunca nos abandonará, que El
nos amó hasta el extremo y que cada uno de nosotros vale tanto que nos
envío a su Único Hijo, Aquel que dio la vida por nosotros. El nos llama a
vivir plenamente y a encontrar la paz, la tranquilidad y el amor que
cambia el mal por bien, la zozobra por la seguridad, la angustia por el
consuelo, la tristeza por la alegría y la desesperación por la esperanza
que nunca muere.
Muchos hechos no los podemos cambiar, sin embargo la solución no está
siempre en cambiar las cosas. La solución a la depresión, a la soledad,
a los sentimientos negativos está en cambiar nuestro corazón para que
no se quede en lo temporal, sino que vaya a Dios.
La oración para la persona deprimida es fundamental, no como un
método terapéutico más, sino como una forma real, auténtica y completa
de salir de su depresión, pues la oración es comunicación directa con
Dios. La Madre Teresa invita a que “dejemos que el amor de Dios tome
entera y absoluta posesión de nuestro corazón y oremos”. Hagamos eso, y
no nos deprimamos más, no olvidemos que Dios nos ha prometido “Yo estaré
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” y nunca nos
abandonará.
Hay una oración pequeña, pero que una vez que se dice con
convencimiento y con el corazón, el camino de la depresión se acerca a
su fin: “Señor mío Jesucristo, en ti abandono mi pasado, mi presente y
mi futuro, lo pequeño y lo grande, lo temporal y lo eterno”.
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