REPORTAJE DE LA SEMANA…

El valor de saber hablar y escuchar

 


La comunicación humana se cimienta en la palabra, gracias a la palabra expresamos nuestros pensamientos, ideas, pedidos, sentimientos y nos relacionamos con los otros.
Para que la palabra surta efecto, es necesario que sea oída y escuchada. Saber escuchar no sólo es una práctica necesaria, sino una necesidad en la familia, la escuela y en la propia sociedad.
Muchos conflictos se producen cuando no somos escuchados adecuadamente; se producen en la familia cuando los padres no escuchan a los hijos y los hijos no escuchan a sus padres.
Saber escuchar requiere de una disciplina cotidiana, mostrar una actitud de confianza, de respeto a la persona que nos habla para que pueda expresar con propiedad sus mensajes.
Es distinta la capacidad de comunicar de un niño y la de un anciano porque importa esfuerzos de entendimiento distintos tenemos que procurar no sentirnos grandes con los pequeños y viceversa. Tenemos que tratar a todos con equidad y madurez para que la comunicación eficiente se produzca; eficiente, es la que cumple sus propósitos y objetivos.
En sociedad, la comunicación es el componente necesario para una fluida relación que provoque armonía, que no es otra cosa que el bien comunitario. La sociedad incomunicada está abierta a una serie de conflictos sociales, políticos y económicos productos de la falta de equidad y la injusticia.
El desentendimiento social, es producto de la incapacidad de escuchar a los demás.
La tolerancia, es un valor cívico fundamental que nos dispone a actitudes abiertas a una relación con los demás. El respeto y la cortesía, son también valores que contribuyen a una mejor relación entre hombres, mujeres y entre los integrantes de la sociedad.

Cortesía significa abrir los cauces del corazón, es hablar con el lenguaje del corazón y la sinceridad.
Por ello, nos apena cuando se dice que una de las virtudes que perdemos cada día, es la virtud de la cortesía; aquella que nos empuja a la amabilidad, saludo respetuoso, atención y la generosidad.
Es necesario fomentar estos valores en nuestros niños y jóvenes, en el seno de la familia, en la escuela y en la comunidad. Necesitamos nutrirnos de estos valores elementales que posibilitan el entendimiento humano en climas de confianza y tolerancia.
Confianza, significa confiar en alguien, en el otro. Necesitamos también derribar esas barreras de incomunicación que existen en nuestras familias y en la propia sociedad necesitamos un clima de solidaridad social y respeto. Podemos iniciar desde hoy, un esfuerzo por mejorar nuestra capacidad de escuchar a los demás en especial de los más pequeños e indefensos, a los jóvenes que no logran superar los serios conflictos que acompañan su existencia.
Tenemos que aprender a escucharnos entre nosotros mismos tan pocos dispuestos, en muchas ocasiones a la amabilidad y cortesía. Si queremos mejorar nuestros esfuerzos de comprensión de los demás tenemos que aprender a escuchar más.
Y TU SABES ESCUCHAR A LOS DEMAS O SOLO TE ESCUCHAS A TI MISMO??????
FUENTE :  www.fotolog.com/

     ¿SABIAS QUE?...
Una buena comunicación puede hacer la diferencia entre una vida feliz o una vida llena de problemas.


La comunicación es indispensable para procurar y mantener las buenas relaciones en todos los ámbitos de nuestra vida, particularmente en la familia, el trabajo y con las personas más cercanas a nosotros. Aún así enfrentamos desacuerdos y discusiones sin sentido, provocando -en ocasiones- una ruptura en las relaciones con los demás. Entender y hacerse comprender, es un arte que facilita la convivencia y la armonía en todo lugar.
Con facilidad podemos perder de vista que la comunicación entra en el campo de los valores. Precisamente cuando hay problemas de comunicación en el trabajo, con la pareja, con los hijos o con los amigos se comienza apreciar que una buena comunicación puede hacer la diferencia entre una vida feliz o una vida llena de problemas.
El valor de la comunicación nos ayuda a intercambiar de forma efectiva pensamientos, ideas y sentimientos con las personas que nos rodean, en un ambiente de cordialidad y buscando el enriquecimiento personal de ambas partes.
No todas las personas con una magnífica y agradable conversación poseen la capacidad de comunicarse eficazmente, en muchos de los casos transmiten anécdotas y conocimientos producto de la experiencia, la información y las vivencias que han tenido, pero con el defecto de no dar la oportunidad a que otros se expresen y compartan sus puntos de vista. En si, esto no es malo, pero se debe tener cuidado de no caer en excesos.
Queda claro que comunicar no significa decir, expresar o emitir mensajes (para eso están los medios de información), por el contrario, al entablar un diálogo con los demás, tenemos la oportunidad de conocer su carácter y manera de pensar, sus preferencias y necesidades, aprendemos de su experiencia, compartimos gustos y aficiones... en otras palabras: conocemos a las personas y desarrollamos nuestra capacidad de comprensión. Sólo así estaremos en condiciones de servir al enriquecimiento personal de quienes nos rodean.
La buena comunicación tiene algunas características que todos conocemos: escuchar con atención, no acaparar la palabra, evitar interrumpir, utilizar un lenguaje propio y moderado, lo cual demuestra educación y trato delicado hacia las personas. Pero este valor tiene elementos fundamentales e indispensables para lograr una verdadera comunicación:
- Interés por la persona. Cuántas veces nuestra atención total está reservada para unas cuantas personas, nos mostramos atentos y ávidos de escuchar cada una de sus palabras. Por otra parte, los menos afortunados se ven discriminados porque consideramos su charla como superficial, de poco interés o de mínima importancia. Pensemos en los subordinados, los hijos o los alumnos ¿Realmente nos interesamos por sus cosas, sus problemas y conversaciones?
Toda persona que se acerca a nosotros considera que tiene algo importante que decirnos: para expresar una idea, tener una cortesía o hacer el momento más agradable; participarnos de sus sentimientos y preocupaciones; solicitar nuestro consejo y ayuda...

- Saber preguntar. A pesar del esfuerzo por expresar las cosas con claridad no siempre se toman en el sentido correcto (y no hablamos de malas intenciones o indisposición) Recordemos con una sonrisa en los labios, como después de una breve discusión llegamos al consenso de estar hablando de los mismo pero en diferentes términos. Las causas son diversas: falta de conocimiento y convivencia con las personas, distracción, cansancio...
El punto es no quedarnos con la duda, aclarar aquello que nos parece incorrecto, equivocado o agresivo para evitar conflictos incómodos e inútiles que sólo dejan resentimientos.
- Aprender a ceder. Existen personas obstinadas en pensar que poseen la mejor opinión debido a su experiencia, estatus o conocimientos; de antemano están dispuestos a convencer, u obligar si es necesario, a que las personas se identifiquen con su modo de pensar y de parecer, restando valor a la opinión y juicio de los demás. No es extraño en ellos la inconformidad, la crítica y el despotismo, inmersos en conflictos, críticas y finalmente convertidos en las últimas personas con quien se desea tratar.
La comunicación efectiva es comprensiva, condescendiente y conciliadora para obtener los mejores frutos y estrechar las relaciones interpersonales.
- Sinceridad ante todo. Expresar lo que pensamos, sobre todo si sabemos que es lo correcto (en temas que afecten a la moral, las buenas costumbres y los hábitos), no debe detenernos para mostrar desacuerdo, superando el temor a quedar mal con un grupo y a la postre vernos relegados. Tampoco es justificable callar para no herir a alguien (al compañero que hace mal su trabajo; al hijo que carece de facultades para el deporte pero tiene habilidad para la pintura; etc.), si deseamos el bien de los demás, procuraremos decir las cosas con delicadeza y claridad para que descubran y entiendan nuestra rectitud de intención.
Siempre será importante dar a los demás un consejo y criterio recto, de otra forma continuarán cometiendo los mismos errores o haciendo esfuerzos inútiles para lograr objetivos fuera de su alcance, si actúan así se debe, tal vez, a que nadie se ha interesado en su mejora y bienestar.
Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros pequeños detalles que nos ayudarán a perfeccionar y a hacer más eficaz nuestra comunicación:
- Comprende los sentimientos de los demás. Evita hacer burlas, criticas o comentarios jocosos respecto a lo que expresan, si es necesario corrige, pero nunca los hagas sentir mal.
- No interpretes equivocadamente los gestos, movimientos o entonación con que se dicen las cosas, hay personas que hacen demasiado énfasis al hablar. Primero pregunta y aclara antes de formarte un juicio equivocado
- Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan a ti. Todos nos expresamos diferente cuando estamos exaltados o tristes. Así sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos entendidos.
- En tus conversaciones incluye temas interesantes, que sirvan para formar criterio o ayudar a mejorar a las personas. Las pláticas superficiales cansan.
- Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las personas, acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal gusto mostrar prisa por terminar.
No existe medio más eficaz para hacer amistades, elegir a la pareja y estrechar los lazos familiares, profesionales y de amistad. Todos deseamos vivir en armonía, por eso, este es el momento de reflexionar y decidirse a dar un nuevo rumbo hacia una mejor comunicación con quienes nos rodean.
Yo soy…el camino, la verdad y la vida

 
     
Hay rupturas afectivas rápidas algunas veces, falta comprensión y relación a niveles profundos.
 

Comunicación Interpersonal
Si echamos un vistazo a la gente que nos rodea, caeremos en la cuenta de que la comunicación interpersonal sufre muchos altibajos.

Hay rupturas afectivas rápidas algunas veces, falta comprensión y relación a niveles profundos.

Mucha gente no pasa del saludo "Hola" o de la vestimenta que llevas puesta. A medida que aumentan los medios técnicos, parece que la relación interpersonal decae. Es una simple constatación entre personas de un mismo bloque de pisos o de chalets separados.

Como educadores y padres nos interesa, ante todo, la comunicación interpersonal. entre adulto y joven, entre seglares y religiosos, entre cuantos son ricos en experiencia y quienes están dando los primeros pasos en la vida, entre todos los que tienen dones que compartir.

Todo encuentro - si quiere ser duradero - debe ser un encuentro de confianza, de fe y de amistad . Para que el joven se confíe, también el educador debe entregar espontáneamente lo que él mismo vive. El espíritu de familia favorece encuentros para crecer juntos: desde las comidas hasta los momentos programados para el diálogo.

Es triste que los padres, según una encuesta del mes de noviembre del 2000, dedican 34 minutos a la semana para hablar con sus hijos.

Todo proyecto y comunidad educativa exigen una confrontación sincera sobre la situación en la que se está trabajando, una evaluación del camino propuesto y realizado, darse cuenta de lo que va surgiendo en el corazón de las personas implicadas, mientras tratan de cumplir la misión común...

A veces las prisas y el cansancio no dejan "respiro" suficiente para al conversación serena, no estructurada, en la que se intercambia de forma personal y se pone a prueba nuestra capacidad de compartir.

Cuando no se cae en lo banal o en el chismorreo, la conversación ofrece las condiciones para ser una forma nueva de estar juntos, de relacionarnos, de escuchar, de responder, de conocerse y de conocer; en una palabra, de vivir.





     FRASE DE LA SEMANA


“La buena comunicación es tan estimulante como el café negro, e igual de difícil de olvidar al dormir”.
(Anne Morrow Lindbergh)

“Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son realmente infinitas”.
(Madre Teresa)









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